martes, 2 de octubre de 2012

La Civilización del Renacimiento (y III)


7. Resumen del contenido
El tema aborda la cultura en la primera Edad Moderna (finales del XV y siglo XVI). El hecho más destacable en dicho ámbito fue el Renacimiento, que constituye uno de los grandes cambios característicos del paso del mundo medieval a la modernidad. Como todos los grandes fenómenos culturales del Antiguo Régimen, sin embargo, el Renacimiento afectó exclusivamente a unas élites sociales y culturales, por lo que el tema debe comenzar planteando la diferencia entre la cultura de tales minorías y la cultura popular. La gran masa de la sociedad era entonces analfabeta, concepto que no tiene el significado contemporáneo, pues la normalidad entonces era la existencia de un amplio porcentaje de la población ajena al mensaje escrito, precisamente en la época en que, recién inventada la imprenta, la difusión de éste iba a conocer una auténtica revolución, que será otra de las características de la Edad Moderna.
La organización de la enseñanza apenas sufrió cambios, con las escuelas de primeras letras, vinculadas con frecuencia a la iglesia local, y los estudios posteriores equivalentes a nuestra enseñanza secundaria, también vinculados habitualmente a la Iglesia, en colegios o preceptores privados. Desde el siglo XIII, los centros superiores de la enseñanza en Europa eran las universidades, surgidas en muchos lugares bajo el patrocinio del papa, el obispo o el rey. En ellas había una serie de facultades clásicas y predominaban los saberes escolásticos, que constituían un freno importante para las novedades. Las innovaciones científicas del siglo se dieron en buena medida fuera de ellas.
Sobre este mundo bastante estático incide el Renacimiento, que es un gran movimiento cultural consistente en el redescubrimiento y la vuelta a los modelos de la Antigüedad en todos los órdenes de la vida, lo que significa que, frente a la cultura de matriz casi exclusivamente cristiana que había dominado la Edad Media, se recuperan ahora valores éticos, políticos, literarios, artísticos, modelos de vida, etc., esencialmente paganos, aunque el peso de la Iglesia, la creencia y la religiosidad harán lo posible por pasarlos por un tamiz cristianizador. Tal redescubrimiento se realizó a través de varias vías: los viajes, la recuperación arqueológica de objetos de la antigüedad y, sobre todo, la depuración filológica, que permitía a sus cultivadores ponerse en contacto directo con los textos de Platón, Aristóteles, Demóstenes, Sófocles, Virgilio, Cicerón y tantos otros, sin el intermediario obligado de viejas traducciones o malas versiones medievales. Los estudios profundos de latín, griego, hebreo o arameo, y su difusión gracias a la imprenta, llevaron a la recuperación de muchos de estos autores así como de los modelos de vida implícitos en sus obras; de la misma manera, la depuración lingüistica aplicada a la Biblia es una de las bases que explican la Reforma.
Quienes se especializaban en el conocimiento filológico de las lenguas clásicas recibían el nombre de humanistas, pues se dedicaban a estudios de “humanitas”, el conjunto de saberes sobre los que se basaba el nuevo modelo de hombre que ahora se propone. De ahí la diferencia entre Renacimiento y Humanismo, que no son sino dos aspectos –el uno general y el otro específico de una misma realidad. El Renacimiento fue un gran fenómeno cultural, cuyos orígenes más lejanos estarían en el siglo XIV (trecento), llegando a su apogeo a finales del XV y comienzos del XVI. Sus manifestaciones esenciales se dieron en el terreno artístico y literario pero, más allá de ellas, se caracterizó por la difusión de una serie de valores como el hombre, la naturaleza, el gusto por la vida, que pudieron contraponerse, no siempre sin tensiones, a la cosmovisión heredada de la Edad Media. La ciudad terrenal frente a la ciudad de Dios, basándonos en la obra de San Agustín.
Desde el punto de vista geográfico, el epicentro fueron las cortes de las principales ciudades italianas, gracias al mecenazgo de príncipes y papas. Allí brillaron las obras y los escritos de los grandes representantes de tan importante fenómeno cultural. Pero desde una fecha temprana, los nuevos valores comenzaron a difundirse como consecuencia de medios como el comercio, los viajes, la correspondencia... Ya a finales del siglo XV, el inicio de las guerras de Italia supuso una amplia expansión del Renacimiento por buena parte de Europa. Algunos de los humanistas más destacados nacieron fuera de Italia, como el holandés Erasmo de Rotterdam o el español Luis Vives. Los límites cronológicos del Renacimiento no llegan mucho más allá de la segunda mitad del siglo XVI, cuando la contrarreforma y el áspero enfrentamiento a ella ligado, frenó el desarrollo de un movimiento expansivo, optimista, enfrentado ahora a las terribles disputas de índole religiosa, que en cierta medida se habían inspirado en traducciones humanistas del Nuevo Testamento. En el campo del arte, el manierismo mostraba el agotamiento de la estética renacentista, poco a poco suplantada por una nueva cosmovisión, el barroco, más acorde con una época de enfrentamientos y crisis.
Aunque en el terreno de la ciencia no se produjeron grandes avances (habría que esperar para ello al siglo XVII) hubo sin embargo aportaciones notables. Por ejemplo, en la medicina, con los progresos en el conocimiento de la circulación de la sangre, la anatomía o la cirugía. También en las técnicas (máquinas de construcción, inventos, con la figura descollante de Leonardo Da Vinci) o en la astronomía, en la que destaca la figura del polaco Nicolás Copérnico, quien formuló por primera vez la teoría heliocéntrica

8. Conocimientos básicos exigibles
Diferenciación de la cultura popular y la de élites, conceptos de escolástica, Renacimiento y Humanismo, Conocimiento de las principales figuras (entre ellas, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Leonardo Da Vinci, Erasmo de Rotterdam y Luis Vives) y manifestaciones culturales (artísticas y literarias), conocimiento de los avances científicos y técnicos, incluido el pensamiento filosófico

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